Pueblo de Dios en camino Fue ésta –la de pueblo de Dios– una de las expresiones más renovadoras del Concilio Vaticano II. El Concilio Vaticano II no dudó en afirmar que “la Iglesia, por disponer de una estructura social visible, señal de su unidad en Cristo, puede enriquecerse, y de hecho se enriquece también, con la evolución de la vida social. La conciencia de pueblo de Dios, aplicada a la comunidad eclesial, constituye, sin lugar a dudas, una de las vivencias más primigenias y fecundas que tuvieron los primeros seguidores del Resucitado. Muchos de ellos, en efecto, procedían del judaísmo, como atestigua el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2,36-41).